EL DESPERTAR DEL PENSAR PARTE III

TRADUCCIÓN
RELATOS DE BELCEBÚ A SU NIETO G. I. GURDJIEFF
PARTE III

EL DESPERTAR DEL PENSAMIENTO




Y la principal razón de esta infelicidad que se ha apoderado de mí en edad ya madura,proviene del hecho de que ya en la infancia recibí en mi peculiar psiquismo, junto con otras1 Cheshma significa velo.muchas inutilidades perfectamente superfluas para la vida contemporánea, un patrimonio talque siempre, y en todas las cosas, me impulsa automática y unánimemente a actuar deacuerdo tan sólo con la sabiduría popular.En el caso actual, como siempre me sucede en otras ocasiones similares de la vida tanindefinidas como ésta, me viene a la mente ese aforismo de la sabiduría popular que yaregulaba las vidas de los pueblos más antiguos y que ha pasado de boca en boca hastanuestros días, en la siguiente expresión:«Todas las varas tienen siempre dos puntas.»Al tratar por primera vez de comprender el pensamiento esencial y realmente significativooculto detrás de esta extraña fórmula verbal, debe surgir ante todo, a mi entender, en laconsciencia de todo hombre más o menos sano mentalmente, la impresión de que, en latotalidad de las ideas sobre las que se basa y de las que debe fluir la sensata noción de estedicho, reside la verdad —conocida por todo el mundo desde hace siglos—, de que toda causaque obre en la vida del hombre, procedente de cualquier fenómeno, como uno de los dosefectos opuestos de otras causas, se halla necesariamente estructurada, a su vez, en dos efectoscompletamente opuestos; es decir, por ejemplo, que si «algo» procedente de dos causasdiferentes genera la luz, también deberá generar, inevitablemente, un fenómeno opuesto, estoes, la oscuridad; de este modo, si un factor genera en el organismo de un ser vivo un impulsode satisfacción palpable, también generará, necesariamente, una correspondienteinsatisfacción, también palpable por supuesto, y así sucesivamente, siempre y en todas lascosas.Teniendo pues, presente, en mi propio caso, este aserto popular formado a través de variossiglos y objetivado por la idea de una vara, la cual tiene en verdad, según se dijo, dosextremos, siendo el uno bueno y el otro malo, si me decido a valerme del automatismo antesmencionado adquirido por mí sólo gracias a una larga práctica, claro está que será para mí ungran bien; pero de acuerdo con aquel aforismo, en el lector tendrá precisamente el efectoopuesto; y qué es lo contrario del bien, cualquiera que no sufra de hemorroides podrá comprenderlofácilmente.En suma: si valiéndome del privilegio, tomo la vara por el extremo bueno, entonces elextremo malo habrá de caer inevitablemente «sobre la cabeza del lector.»Y es bien factible que eso suceda, debido a que las —por así llamarlas— «filigranas» de losproblemas de la filosofía no pueden expresarse en ruso, y es mi intención detenermefrecuentemente a considerar esos problemas en el curso de esta obra; en cuanto al armenio, sibien este idioma se prestaría bastante bien a este propósito, para desgracia de todos losarmenios contemporáneos, el empleo de este idioma para los asuntos contemporáneos se havuelto ya completamente impracticable.A fin de aliviar el dolor procedente de la íntima herida que este hecho me produce, debodeclarar que en mi juventud, cuando comencé a interesarme en los problemas filológicos,dedicándoles a ellos todo mi tiempo, prefería el idioma armenio a cualquier otro, incluida milengua materna.Este idioma era entonces mi favorito debido, principalmente, a su originalidad y a que notenía nada en común con los idiomas vecinos y afines.Como dicen los «filólogos» eruditos, todas sus tonalidades eran otras tantas característicaspeculiares del mismo y, a mi entender, incluso entonces concordaba perfectamente con lapsiquis del pueblo que integraba aquella nación.Pero el cambio sufrido por este idioma durante los últimos treinta o cuarenta años, del cual yohe sido testigo, ha sido tan profundo, que en lugar de poseer ahora una lengua independiente y original heredada desde un pasado remoto, tenemos en la actualidad una jerga que, si bien esoriginal e independiente como su antecesora, constituye sin embargo una «especie debufonesco popurrí de idiomas», la totalidad de cuyas consonancias, al ser percibidas por eloído de un interlocutor más o menos consciente y comprensivo, suenan exactamente como los«tonos» del turco, persa, francés, kurdo y ruso, en una confusión de ruidos inarticulados eindigeribles.Casi otro tanto podría decirse de mi lengua materna, el griego, que hablaba en mi infancia yque todavía conserva para mí el «sabor del poder asociativo automático». Me atrevo a decirincluso, que actualmente podría expresar cualquier cosa en griego; pero emplearlo paraescribir es para mí imposible, por la simple razón, bastante cómica por lo demás, de que esnecesario que alguien traduzca luego mis escritos a otras lenguas. Pero si los escribiera engriego, ¿quién podría hacer esta tarea?Se puede asegurar sin temor a equivocarse que incluso el mejor experto en griego moderno nocomprendería absolutamente nada de lo que yo pudiera escribir en la lengua materna queaprendí en mi infancia, debido a que mis queridos «compatriotas», por así llamarlos,inflamados con el deseo de parecerse a toda costa a los representantes de la civilizacióncontemporánea también en su conversación, han tratado a mi amada lengua materna duranteestos treinta o cuarenta años exactamente de la misma forma en que los armenios, ansiosos deimitar a la aristocracia rusa, trataron a la suya.La lengua griega, cuyo espíritu y esencia me fueron transmitidos por la herencia, y el idiomaque actualmente habla el pueblo griego se parecen tanto como, según la expresión de MullahNassr Eddin, «un clavo a un réquiem».¿Qué haremos entonces? ¡Ay, ay!... no te aflijas, estimado consumidor de mis«sabihondeces». Si tan sólo dispusiera de abundante Armagnac francés y de «bastourmakhaizariana», no tardaría en encontrar una salida incluso para situación tan difícil.En esto soy zorro viejo.Tan a menudo me ha tocado vivir situaciones difíciles y luego tuve que desembarazarme deellas, que esto ya se ha convertido en una costumbre para mí.En cuanto a mi dificultad actual, escribiré por ahora parte en ruso y parte en armenio, puesentre la gente que siempre tengo a mi alrededor hay varias personas capaces de  cerebrar de verter sin dificultades mis escritos a otros idiomas  con bastante facilidad en ambos idiomas, por lo cual confío en que más adelante serán capaces,
Sea ello como fuere, he de repetir una vez más —a fin de que el lector lo recuerde, pero no
como suele recordar otras cosas y comprometer sobre esa base su palabra de honor ante losSea ello como fuere, he de repetir una vez más —a fin de que el lector lo recuerde, pero  suele recordar otras cosas y comprometer sobre esa base su palabra de honor ante los casos, evitaré lo que he llamado «lengua literaria de buen tono».Respecto a esto, el hecho más extraordinario y curioso y uno incluso de los más dignos de tu amor al conocimiento, lector, más digno quizás de lo que tú puedas concebir, es el de que enmi niñez, es decir, desde que nació en mí la necesidad de destruir los nidos de los pájaros y  a las hermanitas de mis amigos, surgió en mi (como le llamaban los antiguos la «mitad derecha», una sensación instintivamente involuntaria que gradualmente —hasta lateósofos) «cuerpo planetario» y, lo que es más aún (aunque no sé por qué), principalmente en época en que me convertí en maestro de danzas— fue tomando la forma de un sentimiento definido, y entonces, cuando gracias a la profesión que por aquel tiempo ejercía trabé relacióncon numerosas personas de «tipos» diversos, también comenzó a formarse en mi «espíritu» la demás y ante sí mismo— que cualquiera que sea el idioma que emplee, siempre y en todos losconvicción de que estos idiomas habían sido recopilados por gente, o más bien por
«gramáticos», que son con respecto al conocimiento de un idioma dado exactamente iguales a
esos animales bípedos a quienes nuestro muy estimado Mullah Nassr Eddin ha caracterizado
con las siguientes palabras: «Todo lo que saben hacer es disputar con los cerdos sobre la
calidad de las naranjas» 
«gramáticos», que son con respecto al conocimiento de un idioma dado exactamente iguales aesos animales bípedos a quienes nuestro muy estimado Mullah Nassr Eddin ha caracterizadocon las siguientes palabras: «Todo lo que saben hacer es disputar con los cerdos sobre lacalidad de las naranjas»