LIBRO PRIMERO CAPÍTULO 18 (1)



RELATOS DE BELCEBÚ A SU NIETO
 LIBRO PRIMERO CAPÍTULO 18
 GEORGE I. GURDJIEFF

TRADUCCIÓN DE VIDEOS AL ESPAÑOL

Capítulo 18
EL ARCHIPENÚLTIMO

Y Belcebú continuó así:
—El motivo de mi primer encuentro con aquel ser tricentrado que habría de convertirse más tarde en un amigo íntimo y gracias a quien pude ver los referidos experimentos con el Okidanokh omnipresente, fue el siguiente: Para que puedas representarte mejor los hechos que en mi historia se refieren, deberás saber, ante todo, que en los primeros tiempos de mi exilio en aquel distante sistema solar, ciertos amigos íntimos míos que no habían tomado parte en aquellos sucesos que motivaron mi exilio, ejecutaron, con respecto a mi personalidad, aquel sagrado proceso conocido en el Universo con el nombre de «Sagrado Vznooshlitzval», es decir, que fue implantada en la
presencia de esos seres tricerebrados, con respecto a mi personalidad y por medio de otro
sagrado proceso denominado «Askalnooazar» eso que la Ciencia Objetiva define con la
fórmula «Confía en alguien como tú».
Pues bien, después de mi llegada a aquel sistema solar de Ors, cuando empecé a visitar los
diversos planetas que formaban parte del mismo, efectuando mi primer descenso en la
superficie del planeta Saturno, resultó ser que, en relación con lo anterior, uno de los seres que
había experimentado la sagrada acción del «Vznooshlitzval» con respecto a mi persona, era lo
que allí se llama el «Harahrahroohry» de todos los seres tricerebrados que habitan el planeta
Saturno.
En el planeta Saturno, se le da el nombre de «Harahrahroohry» al jefe supremo de todos los
demás seres que integran la comunidad.
Existen jefes similares en todos los demás planetas habitados por seres tricerebrados; en los
diferentes planetas reciben distintos nombres; en la Tierra, por ejemplo, se llaman «Reyes».
La única diferencia es que mientras en todas las demás partes del Universo, e incluso en todos
los otros planetas de ese mismo sistema solar, existe uno de estos reyes para todo el planeta,
en el peculiar planeta Tierra —que ha captado tu atención— hay un rey distinto para cada
grupo segregado independientemente del resto y a veces, incluso, hasta más de uno para cada
grupo. Pues bien.
Cuando descendí por primera vez sobre la superficie del planeta Saturno, mezclándome con
los seres tricerebrados que allí habitan, acertó a suceder que al día siguiente tuve oportunidad
de encontrar en persona al «Harahrahroohry» del planeta Saturno, y durante lo que se llama
un «Intercambio de opiniones subjetivas», me invitó a hacer de su propio «Harhoory» esto es,
su propio palacio, el principal lugar de mi existencia durante toda mi estancia en su planeta. Y
eso fue lo que hice.
De modo pues, querido niño, que en cierta oportunidad en que hablábamos de diversas cosas
sin un tema fijado de antemano, rigiéndonos tan sólo por lo que se denomina «mentación
asociativa eseral», acertamos a tratar, entre otras cosas, cierto problema referente a los
extraños resultados materializados en las manifestaciones de las particularidades del
Okidanokh omnipresente, y entonces el venerable «Harahrahroohry» del planeta Saturno
declaró en primer lugar que uno de sus súbditos expertos en la materia, de nombre Harharhk,
había ideado recientemente, para la dilucidación de muchas propiedades de la sustancia
cósmica inexplicada todavía, un sistema en extremo interesante llamado «Rhahrahr», cuya
principal parte demostrativa era denominada «Hrhaharhtzaha».
Y a continuación se ofreció a tomar, si yo así lo deseaba, todas las disposiciones necesarias
para mostrarme todos aquellos nuevos inventos y para darme todas las explicaciones
pertinentes al respecto.
El resultado de todo ello fue que al día siguiente, escoltado por un miembro de la venerable
corte del «Harahrahroohry» me dirigí al lugar de residencia de aquel Gornahoor Harharhk,
donde pude ver por primera vez aquellos novísimos experimentos dilucidatorios con el
Okidanokh omnipresente.
El Gornahoor Harharhk, que más tarde se convirtió, como ya te he dicho, en mi amigo íntimo,
era considerado por entonces entre los seres tricerebrados ordinarios de todo el universo, uno
de los más prominentes científicos y todas sus comprobaciones, así como los aparatos
dilucidatorios que había ideado, se hallaban ampliamente difundidos por todas partes, siendo
su uso cada vez más frecuente en los demás planetas, por parte de los expertos que en ellos
habitaban.
No estará de más destacar aquí que, gracias tan sólo a su sabiduría, pude disponer más tarde,
en mi observatorio instalado en el planeta Marte, de aquel Teskooano que me permitió
percibir las concentraciones cósmicas remotas o, como también suele decirse, «aproximar su
visibilidad» siete millones doscientas ochenta y cinco veces.
En rigor, fue precisamente gracias a este Teskooano, como mi observatorio llegó a ser
considerado más tarde una de las mejores instalaciones de su tipo en el universo entero y, lo
que es aún más importante, fue por medio de ese Teskooano como yo mismo pude ver y
observar con relativa facilidad, incluso sin moverme de mi casa en el planeta Marte, los
procesos eserales que tenían lugar en la superficie de aquellas partes de los demás planetas de
aquel sistema solar que, de acuerdo con lo que se llama el «Movimiento Armonioso cósmico
común», podían ser percibidas por la vista del ser en el momento oportuno.
Cuando el Gornahoor Harharhk tuvo conocimiento de quiénes éramos y por qué habíamos
venido, se aproximó a nosotros amablemente y, sin más, comenzó sus explicaciones.
Antes de iniciarlas, considero oportuno advertirte de una vez por todas que todas mis
conversaciones con los diversos seres tricentrados que habitan en los muchos planetas de
aquel sistema donde me vi obligado a residir por los «Pecados de mi juventud» —como por
ejemplo en el caso actual, las conversaciones con este Gornahoor Harharhk que te contaré
dentro de algunos instantes mientras nos desplazamos por los espacios espaciales en nuestra
nave Karnak— tuvieron lugar en dialectos que todavía te son completamente desconocidos y
algunas veces incluso, en dialectos tales que las consonancias de los mismos eran
absolutamente «indigeribles» para la percepción de las funciones eserales normales destinadas
a ese fin.
De modo pues, querido niño, que en vista de todo esto no he de repetirte estas conversaciones
palabra por palabra, sino que sólo me limitaré a darte el sentido de lo que en ellas se dijo,
continuando, claro está, con el empleo de aquellos términos y «nombres específicos», o mejor
dicho, de aquellas consonancias producidas por lo que se conoce con el nombre de «cuerdas
vocales eserales», consonancias que son utilizadas por tus favoritos del planeta Tierra, por lo
cual ya te has familiarizado perfectamente con ellas, gracias a la continua repetición de las
mismas durante mis relatos terráqueos.
Sí... debo hacerte notar aquí que la palabra Gornahoor implica en el uso lingüístico de los
seres tricerebrados que habitan el planeta Saturno, un tratamiento de cortesía; los habitantes
de Saturno pronuncian esta palabra delante del nombre del individuo a quien se dirigen.
Lo mismo sucede con tus favoritos del planeta Tierra.
También ellos han agregado al nombre de todo el mundo la palabra «Señor» o a veces, toda
una frase sin sentido para expresar una idea que nuestro honorable Mullah Nassr Eddin ha
formulado de la manera siguiente y que dice así:
«No obstante lo cual, hay en ella más realidad que en las sabihondeces de un experto en
monerías.»
Pues bien, entonces querido nieto...


Cuando el que más tarde habría de ser mi amigo íntimo, el Gornahoor Harharhk, fue
informado de lo que deseábamos de su parte, nos invitó con una seña a que nos
aproximáramos a uno de los dispositivos especiales que había construido y que, según supe
más tarde, se llamaba «Hrhaharhtzaha».
Una vez que nos hubimos acercado a aquel extraño aparato, lo señaló con una aguda pluma de
su ala derecha, diciendo:
«Este dispositivo especial es la parte principal de mi nuevo invento pues es precisamente en
éste donde se muestran las manifestaciones de casi todas las peculiaridades de la
Omnipresente Sustancia del Mundo, el Okidanokh.»
Y, señalando todos los demás accesorios especiales presentes también en el Khrh, agregó:
«Gracias a todos estos accesorios especiales e independientes de mi invento, logré realizar
importantísimas dilucidaciones acerca del Okidanokh omnipresente y omniabarcante,
obteniendo, en primer término, las tres partes fundamentales del Okidanokh Omnipresente a
partir de toda clase de procesos subplanetarios e intraplanetarios, fundiéndolas luego
artificialmente en un todo único y disociándolas luego, en segundo término, con medios
artificiales, a fin de establecer las propiedades específicas de cada parte por separado en sus
manifestaciones naturales.»
No bien hubo dicho esto, volvió a señalar el Hrahaharhtzaha, y agregó que por medio de este
aparato revelador, no sólo podía comprender claramente cualquier ser ordinario los detalles de
las propiedades de las tres partes absolutamente independientes —que nada tienen en común
en su manifestación— de todo el Elemento Activo Único, cuyas particularidades constituyen
la causa principal de todo cuanto existe en el Universo, sino que también cualquier ser
ordinario podía convencerse categóricamente de que ningún resultado de ninguna clase,
obtenido normalmente como consecuencia de los procesos que se desarrollan mediante esta
sustancia universal omnipresente podría jamás ser percibido o captado por ningún ser; existen
sin embargo, ciertas funciones eserales capaces de percibir sólo aquellos resultados de los
mencionados procesos que se desarrollan, por una u otra razón, de forma anormal, debido a
causas que tienen su origen en el exterior y que pueden proceder de fuentes conscientes, o
bien de resultados mecánicos accidentales.
La parte del nuevo invento del Gornahoor Harharhk llamada Hrhaharhtzaha y considerada por
su creador como la más importante, tenía un aspecto muy semejante a nuestro «Tirzikiano», o,
como tus favoritos dirían, a una «enorme lámpara eléctrica».
El interior de esta estructura especial era bastante semejante al de una pequeña habitación
cuya puerta pudiera cerrarse herméticamente.
Las paredes del dispositivo original estaban hechas de cierto material transparente y su
aspecto me recordó lo que en tu planeta llaman «Vidrio».
Como supe más tarde, la principal característica de dicho material transparente era que, si
bien mediante el órgano de la vista podía percibirse a través del mismo la visibilidad de toda
clase de concentraciones cósmicas, ningún otro rayo, de ninguna naturaleza, podía
atravesarlo, ya fuera del interior hacia el exterior o viceversa.
Mientras contemplaba dicha parte de esta sorprendente invención, pude distinguir
perfectamente a través de sus translúcidas paredes, en el centro mismo del aparato, una mesa
y dos sillas; sobre la mesa colgaba lo que se llama una «lámpara eléctrica» y debajo, tres
«cosas» exactamente iguales, semejantes al «Momonodooar».
Sobre la mesa y a sus lados había diseminados varios aparatos diferentes e instrumentos que
yo no conocía.
Más tarde se hizo evidente que los objetos contenidos en este Hrhaharhtzaha, así como todo lo
que después tuvimos que ponernos, estaban hechos de materiales especiales inventados por el
mismo Gornahoor Harharhk.
También en lo referente a estos materiales tendrás que esperar el tiempo oportuno para que te
proporcione otras explicaciones más detalladas.
Por ahora, ten presente que en el enorme Khrh o taller del Gornahoor Harharhk había, además
del Hrhaharhzaha ya mencionado, otros muchos accesorios independientes de considerable
tamaño y, entre ellos, dos especiales de los llamados «Lifechakanks», que el Gornahoor
llamaba con el nombre de «Krhrrhihirhi».
Quizás te interese saber que tus favoritos terráqueos, también poseen algo parecido a este
«Lifechakank» o «Krhrrhihirhi». Allí le dan el nombre de «dinamo».
También había allí, aparte de esto, otro considerable aparato independiente que, según
pudimos comprobar más tarde, no era otra cosa que un «Soloobnorahoona» de construcción
especial o, como dirían tus favoritos, una «Bomba de construcción compleja para la reducción
de la atmósfera al punto del vacío absoluto.»
Mientras yo observaba todas esas máquinas con la sorpresa que es de imaginar, el Gornahoor
Harharhk en persona se acercó a la referida bomba de construcción especial y con su ala
izquierda movió una de sus partes, como resultado de lo cual comenzó a funcionar cierto
mecanismo en el interior de la bomba. Entonces se acercó a nosotros nuevamente y,
señalando con la misma pluma del ala derecha de la primera vez el Lifechakan mayor o
Krhrrhihirhi o dinamo, prosiguió con sus explicaciones.
Por medio de este dispositivo especial son succionadas por separado, de la atmósfera o de
cualquier otra formación intraplaneraria o supraplanetaria, en primer término, las tres partes
independientes del Elemento Activo Omnipresente Okidanokh que en ellas se encuentran, y
sólo después, cuando mediante cierto procedimiento estas partes independientes vuelven a
fundirse artificialmente en el Krhrrhihirhi formando un todo único, el Okidanokh, ahora en su
estado habitual, fluye y se concentra allí, en ese a manera de contenedor, dijo el Gornahoor
Harharhk y luego, nuevamente con aquella pluma especial del ala derecha, señaló algo muy
parecido a lo que suele llamarse un «generador».
«Y entonces desde allí», dijo, «el Okidanokh fluye hacia otro Krhrrhihirhi o dínamo donde
sufre el proceso del Djartklom y cada una de sus partes separadas se concentra luego en
aquellos otros contenedores» —y esta vez señaló ciertos dispositivos con el aspecto de
«acumuladores». «Y sólo entonces tomo de estos segundos contenedores, por medio de
diversos dispositivos artificiales cada parte activa del Okidanokh por separado, a los fines de
mis experimentos dilucídatenos.
«Primero os demostraré», continuó, «uno de los fenómenos que ocurren cuando, por una u
otra razón, una de las partes activas del Okidanokh omnipresente, se halla ausente durante el
proceso de su 'impulso a fusionarse nuevamente', en un todo único».
«En este momento, esta estructura especial contiene en su interior un espacio que consiste
realmente en un vacío absoluto; éste ha sido obtenido sólo gracias, en primer lugar, a la
estructura especial de la bomba de succión y a los materiales de calidad especial de que están
hechos los instrumentos utilizados, sin lo cual los experimentos de obtención de un vacío
absoluto no serían posibles, y, en segundo lugar, a las propiedades y a la fuerza del material
de que están hechas las paredes de esta parte de mi nuevo invento.»
No bien dijo esto, movió otra palanca, reanudando sus explicaciones:
«Con el movimiento de esta palanca se inicia un proceso en este vacío mediante el cual se
obtiene, en las partes separadas del Okidanokh omnipresente lo que denominamos el 'impulso
a fusionarse nuevamente en un todo único.'»
«Pero puesto que queda excluida deliberada y artificialmente por medio de una 'Razón Apta
—en este caso concreto, yo mismo— la participación de aquella tercera parte del Okidanokh
que se conoce por el nombre de 'Parjrahatnatioose' de dicho proceso, éste se desarrolla ahora
sólo entre dos de sus partes, es decir, entre aquellas dos partes independientes designadas por
la ciencia con los nombres de Adodnatious' y 'Cathodnatious'. Y en consecuencia, en lugar de
obtenerse los resultados necesarios conforme a las leyes de dicho proceso, se materializa
ahora aquél no conforme a las leyes que ha sido denominado 'el resultado del proceso de la
destrucción recíproca de dos fuerzas opuestas' o para expresarlo con las palabras de los seres
ordinarios 'la causa de la luz artificial.'»

«El 'impulso a fusionarse nuevamente en un todo único' de dos partes activas del Okihanokh
omnipresente que tiene lugar en este momento en el vacío producido por la bomba, posee una
fuerza equivalente, según los cálculos de la ciencia objetiva, a tres millones cuarenta mil
'voltios', como suele llamárselos, y esta fuerza es indicada por la aguja de aquel accesorio
especial que se ve allí.»
Señalando cieno objeto muy semejante a un aparato que también existe en la Tierra —donde
se conoce con el nombre de «voltímetro»— declaró:
«Una de las ventajas de este nuevo invento para la demostración del fenómeno que nos ocupa
es que, pese al inusitado poder del proceso de la 'fuerza de impulso', que tiene lugar en este
momento, las llamadas 'vibraciones Salnichizinooarnianas' que la mayoría de los seres
consideran como 'rayos' y que debieran obtenerse a partir de este proceso, no salen del lugar
de su producción, es decir, fuera del dispositivo destinado a dilucidar las características del
Okidanokh Omnipresente».
«Y a fin de que los seres situados en el exterior de esta parte de mi invento tengan también la
posibilidad de apreciar la fuerza de dicho proceso, determiné deliberadamente que en cierto
punto el material de que está hecha la pared fuera tal que permitiese el paso de las
mencionadas 'Vibraciones Salnichizinooarnianas' o 'rayos'».
No bien dijo esto, se acercó al Hrahaharhtzaha y oprimió cierto botón. El resultado fue que el
enorme Khrh o «taller», en todas sus vastas dimensiones, fue iluminado repentinamente con
tanta intensidad que nuestros órganos de la vista dejaron de funcionar temporalmente y sólo
después de un tiempo considerable pudimos, si bien con gran dificultad, levantar los párpados
y mirar alrededor.
Una vez que nos hubimos recobrado y el Gornahoor Harharhk movió otra palanca, como
resultado de lo cual todo el espacio circundante volvió a recobrar su aspecto anterior, aquél,
con su habitual voz angelical, volvió a atraer nuestra atención, hacia el «voltímetro», cuya
aguja indicaba constantemente alguna cifra, retomando entonces el uso de la palabra:
«Como veis, si bien continúa todavía el proceso de choque de dos partes componentes
opuestas del Okidanokh Omnipresente de la misma potencia o 'fuerza de impulso', y también
la parte de la superficie de esta estructura dotada de la propiedad de permitir el paso de dichos
'rayos' permanece abierta todavía, no se produce ya el fenómeno que los seres ordinarios
definen con la frase 'las causas de la luz artificial'».

«Y este fenómeno ha cesado de producirse tan sólo debido a que mediante mi último
movimiento de la palanca, introduje en el proceso de choque de las dos partes componentes
del Okidanokh una corriente de la tercera componente independiente del Okidanokh, la cual
comenzó a fusionarse proporcionalmente con las otras dos partes, debido a ello el resultado
obtenido de este tipo de fusión de las tres partes componentes del Okidanokh Omnipresente
—a diferencia del proceso de la fusión no conforme a la ley de sus dos partes— no puede ser
percibido por los seres tricerebrados con ninguna de sus funciones eserales.»
Después de todas estas explicaciones el Gornahoor Harharhk propuso entonces que probara a
entrar con él en la parte demostrativa de su nuevo invento, a fin de que pudiera ser testigo, allí
dentro, de múltiples manifestaciones particulares del Elemento Activo Omnipresente y
Omniabarcante.
Claro está que sin detenerme a reflexionar largo tiempo, me decidí inmediatamente, dándole
mi consentimiento.
Y si me decidí sin más fue, principalmente, porque esperaba obtener de aquella experiencia
una inalterable e imperecedera «satisfacción esencial objetiva» para mi ser.
Una vez que hube dado mi consentimiento al que había de ser íntimo amigo mío en un futuro
cercano, éste impartió inmediatamente las instrucciones necesarias a uno de sus ayudantes.
Al parecer, era indispensable realizar diversos preparativos antes de poder alcanzar la
materialización de lo que el sabio se proponía.
En primer término, los ayudantes nos colocaron al Gornahoor Harharhk y a mí unos trajes
muy pesados, semejantes a los que tus favoritos del planeta Tierra llaman «traje de buzo»,
pero con muchas pequeñas cabezas como «tuercas», sobresaliendo, y una vez que nos
hubimos colocado tan extraños trajes, sus ayudantes ajustaron las cabezas de dichas tuercas
siguiendo cierto orden.
En el lado interno de estos trajes de buzo, en los extremos de las como tuercas, había, al
parecer, una especie de platillos especiales que presionaban contra ciertas partes de nuestro
cuerpo planetario de un modo determinado.
Más tarde pude comprender claramente por qué era esto necesario. De este modo se impedía
que nuestros cuerpos planetarios sufrieran lo que se conoce con el nombre de
«Taranooranura» o, como también podría expresarse, que nuestros cuerpos planetarios
quedaran destruidos, como suele acontecer a las formaciones interplanetarias de cualquier
naturaleza cuando aciertan a caer en espacios privados de atmósfera.
Además de esos trajes especiales, nos colocaron en la cabeza cierto objeto semejante a lo que
se conoce con el nombre de «escafandra», pero dotado de ciertos «conectores» en extremo
complicados.
Uno de estos conectores llamado «Harhrinhrarh», lo cual significa «sustentador del pulso»,
era de considerable longitud y semejante a un tubo de goma. Uno de sus extremos se hallaba
herméticamente adherido por medio de complicados accesorios colocados a la escafandra
misma en el punto correspondiente a los órganos de la respiración, en tanto que el otro
extremo, una vez que hubimos penetrado en el extraño Hrhaharhtzaha fue atornillado a cierto
aparato, el cual fue conectado a su vez con el espacio, cuya «presencia» correspondía al alimento
eseral secundario.
Entre el Gornahoor Harharhk y yo existía también un conector especial a través del cual
podíamos comunicarnos fácilmente mientras nos hallábamos en el interior del Hrhaharhtzaha,
de donde la atmósfera era extraída por la bomba para obtener el vacío.
Un extremo de este conector, asimismo, por medio de ciertos dispositivos situados en la
escafandra, se hallaba adecuado en cierta forma a mis órganos del oído y del habla, en tanto
que el otro extremo se hallaba adecuado a los mismos órganos del Gornahoor Harharhk.
De este modo, por medio de este conector tendido entre el que tiempo después habría de ser
mi más íntimo amigo y yo, se estableció, como tus favoritos del planeta Tierra dirían, una
especie de peculiar «teléfono».
Sin este dispositivo no hubiéramos podido comunicarnos de ninguna manera, principalmente
debido a que el Gornahoor Harharhk era por entonces todavía un ser dotado de una presencia
perfeccionada tan sólo al grado del «Inkozarno Sagrado»; y como tú sabrás, un ser con una
presencia de este tipo no sólo no puede manifestarse a sí mismo en un espacio absolutamente
vacío, sino que ni siquiera puede existir en el mismo, aun cuando le sean introducidas
artificialmente las tres categorías de alimentos eserales.
Pero el más «curioso» y, como suele decirse, el más «ingenioso» de todos los conectores
instalados con diversos fines en aquellos trajes y escafandras como de buzo, era el conector
creado por el gran sabio Gornahoor Harharhk para permitir al «órgano de la vista» de los
seres ordinarios la percepción de la visibilidad de toda clase de objetos circundantes en un
«espacio absolutamente vacío».
Uno de los extremos de este sorprendente conector se hallaba adherido en cierta forma
también, por medio de accesorios existentes en las escafandras, a nuestras sienes, en tanto que
el otro extremo se unía a lo que se conoce por el nombre de «Amskomoutator», el cual, a su
vez, estaba unido de cierta manera particular, por medio de lo que se conoce con el nombre de
«alambres» a todos los objetos situados dentro del Hrhaharhtzaha, así como a los del exterior,
es decir, a todos aquellos objetos cuya visibilidad era necesaria durante la ejecución de los
experimentos.
Es sumamente interesante notar aquí, que a cada extremo de ese dispositivo —creación ésta
casi increíble tratándose de la Razón Ordinaria de un ser tricerebrado— llegaban dos
conectores independientes, también de alambre, a través de los cuales fluían desde el exterior
ciertas corrientes magnéticas especiales.
Como me explicaron más tarde, estos conectores y dichas «corrientes magnéticas» especiales
habían sido creadas, al parecer, por ese verdaderamente gran sabio Gornahoor Harharhk, a fin
de que las presencias de los seres tricerebrados educados —aun aquellos, sin embargo, que no
se habían perfeccionado todavía hasta la etapa del Inkozarno sagrado— pudieran, gracias a
cierta propiedad de la «corriente magnética» «reflejarse» sobre sus propias esencias y,
de gracias a otra propiedad de esta corriente, pudiera también «reflejarse» la presencia de los


objetos mencionados, de modo tal que, de esta forma, la percepción de la realidad de dichos
objetos se materializase por medio de los imperfectos órganos de la vista eseral en un vacío
desprovisto de todos estos factores y de aquellos productos de las diversas concentraciones
cósmicas que han recibido aquellas vibraciones, sin cuya materialización es totalmente
imposible el funcionamiento de órgano eseral alguno.
Una vez que nos hubieron equipado con los pesados accesorios mencionados, destinados a
permitir la vida de los seres en una esfera inadecuada para ellos, los ayudantes de este todavía
no superado sabio universal Gornahoor Harharhk, mediante la ayuda, nuevamente, de
accesorios especiales, nos condujeron al interior del propio Hrhaharhtzaha; y una vez que
hubieron atornillado todos los extremos libres de los conectores situados en el interior de
nuestro equipo y que correspondían a las máquinas contenidas en el Hrhaharhtzaha mismo,
salieron, cerrando herméticamente detrás de ellos la única salida por donde podía establecerse
todavía contacto con lo que se llama el «Mundo unitario omnirepresentado».
Una vez que estuvimos solos en el Hrhaharhtzaha, el Gornahoor Harharhk, después de apretar
un «botón», dijo:
«La bomba ya ha empezado a funcionar y pronto habrá extraído todos los productos sin
excepción que aquí se encuentran, derivados de los procesos cósmicos cuyos resultados en
conjunto representan la base y la significación, así como el propio proceso del mantenimiento
de la existencia de todo cuanto existe en este Mundo unitario omnirepresentado».
Y agregó entonces en un tono a medias sarcástico: «Pronto nos hallaremos absolutamente
aislados de todas las cosas que existen y actúan en el Universo entero; pero, por otro lado,
debido en primer término a mi nuevo invento y, en segundo término, al conocimiento que ya
hemos alcanzado de nosotros mismos, no sólo poseemos ahora la posibilidad de regresar a
dicho mundo para volvernos nuevamente una partícula más de todo cuanto existe, sino que
también pronto tendremos el honor de convertirnos en testigos presenciales y neutros de
ciertas leyes que gobiernan este Mundo, las cuales, para los seres tricentrados ordinarios no
iniciados, constituyen, según su expresión, los grandes insondables misterios de la Naturaleza,
que no son en realidad más que consecuencias naturales y simples, automáticamente encadenadas
las unas a las otras».
Mientras así hablaba, podía advertirse que la bomba —otra parte también sumamente
importante de su nuevo invento— se hallaba en pleno y perfecto cumplimiento de la labor que
le había sido asignada por este ser dotado de Razón.
A fin de que puedas representarte y comprender mejor la perfección de esta parte del
dispositivo total del nuevo invento del Gorna-hoor Harharhk, no omitiré decirte lo siguiente:
Aunque yo personalmente, como ser tricerebrado que soy, he tenido antes muchas ocasiones,
debido a ciertas razones sumamente particulares, de visitar espacios carentes de atmósfera y
he tenido luego que vivir, a veces durante largo tiempo, por medio del sagrado Kreemboolazoomara
exclusivamente, y si bien, gracias a la frecuente repetición se había formado
finalmente en mi presencia el hábito de moverme de una esfera a otra gradualmente y casi sin
experimentar incomodidad alguna ante el cambio producido en la presencia del «alimento
eseral secundario» por efecto de la transformación de las presencias de las sustancias
cósmicas que habían sido alteradas y que siempre se encuentran rodeando tanto a las
constituciones cósmicas grandes como a las pequeñas, y también, si bien las causas mismas
de mi nacimiento y posterior proceso eseral fueron dispuestas de forma enteramente
particular, como resultado de lo cual las diversas funciones eserales contenidas en mi
presencia común debieron, por fuerza, especializarse paulatinamente, no obstante todo ello, la
extracción de la atmósfera por parte de la «bomba» tuvo lugar en aquel momento con tanta
fuerza que se imprimieron en las distintas partes de mi presencia total tales sensaciones que
hasta el día de hoy puedo recordar todavía perfectamente el proceso del flujo de mi estado en
aquellas circunstancias, y relatártelo con todo detalle.
Este estado en extremo extraño se apoderó de mí no bien hubo hablado el Gornahoor
Harharhk en aquel tono a medias sarcástico acerca de la situación en la que nos
encontrábamos.
En mis tres «centros eserales» es decir, en los tres centros localizados en la presencia de todos
los seres tricerebrados del Universo, y que se conocen por los nombres de centros del
«Pensamiento», «Sentimiento» y «Movimiento», comenzaron a ser percibidas
independientemente en cada uno de ellos, de forma sumamente extraña e insólita, ciertas
impresiones definidas de que en las distintas partes de mi cuerpo planetario total se estaba
desarrollando un proceso independiente del sagrado «Rascooarno», y de que las
cristalizaciones cósmicas que componían las presencias de estas partes estaban actuando «en
vano».
En un primer momento, lo que llamamos «iniciativa de comprobación» se desarrolló de la
forma habitual, en conformidad con lo que designamos el «centro de gravedad de las
experiencias asociativas», pero momentos después, cuando esta iniciativa de comprobación de
todas las cosas se convirtió gradual y casi imperceptiblemente en la función exclusiva de mi
esencia, esta última no sólo pasó a ser el único agente iniciador omniabarcante de la
comprobación de todas las cosas que en mí se desarrollaban, sino que también todas las cosas,
sin exceptuar a la que ahora comenzaba a desarrollarse, comenzaron a ser percibidas y fijadas
por la esencia de mi ser.
Desde el momento en que la esencia de mi ser comenzó a percibir las impresiones de forma
directa y a comprobar independientemente aquello que les daba origen, empezaron a ser
destruidas por completo, por así decirlo, en mi presencia común, primero las panes de mi
cuerpo planetario y después, poco a poco, también las localizaciones del «primero»,
«segundo» y «tercer» centro eseral. Al mismo tiempo, pude comprobar claramente que la
función de estos dos últimos centros se había desplazado paulatinamente a mi «centro del
pensamiento» adecuándose al mismo, con el resultado de que el «centro del pensamiento» se
convirtió, con la mayor intensidad de su función, en el «único perceptor potente» de todo lo
que se materializaba fuera del mismo, así como en el agente iniciador autónomo de la
verificación de todo cuanto acontecía en mi presencia total y también fuera de ella.
Mientras tenía lugar en mí esta extraña y todavía para mi Razón, incomprensible experiencia
eseral, el propio Gornahoor Harharhk estaba sumamente atareado moviendo «palancas» y
apretando «botones», que por cierto abundaban alrededor de la mesa a la cual estábamos
sentados.
Cierto incidente que le aconteció al Gornahoor Harharhk, alteró fundamentalmente toda esta
experiencia eseral mía y en mi presencia común volvió a desarrollarse la «experiencia eseral
interior» habitual.
Esto es lo que sucedió:
El Gornahoor Harharhk, con toda su insólita y pesada indumentaria, se encontró de pronto a
cierta altura sobre la silla, comenzando a flotar al igual que lo haría, para expresarlo con las
palabras de nuestro querido Mullah Nassr Eddin, «un cachorrito caído en una profunda
charca».
Como se comprobó más tarde, mi amigo el Gornahoor Harharhk había cometido un error al
mover las mencionadas palancas y botones, haciendo que ciertas partes de su cuerpo
planetario se tornaran más tensas de lo necesario. En consecuencia, su presencia y todas las
cosas a él adheridas, habían recibido un shock cuyo impulso, debido al «ritmo» prevaleciente
en su presencia por los «alimentos secundarios» por él ingeridos, así como a la ausencia de
resistencia por parte de aquel espacio absolutamente vacío, comenzó a flotar a la deriva al
igual que, como ya dije antes, un «cachorrito caído en una profunda charca».
Con las últimas palabras, una sonrisa iluminó el rostro de Belcebú, pero luego guardó
silencio; unos instantes después realizó un extraño ademán con la mano izquierda y con un
tono que no era el usual reanudó su relato:
—Al contarte todo esto, vienen gradualmente a mi memoria todos los hechos de un periodo
de mi existencia ya tan lejano en el pasado, y me arrebata el vehemente deseo de hacerte una
confesión sincera —precisamente a ti, uno de mis herederos directos, que habrá de representar
inevitablemente la suma total de mis obras correspondientes al proceso de mi existencia
pretérita— y lo que quiero confesarte con la mayor franqueza es que cuando mi esencia, con
la participación de los sectores de mi presencia a ella tan sólo sometida, decidió por su cuenta
tomar parte personal en aquellos experimentos científicos dilucidatorios ejecutados por medio
de la parte demostrativa del nuevo invento del Gornahoor Harharhk, y yo


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