LIBRO PRIMERO CAPÍTULO 18 (2)

RELATOS DE BELCEBÚ A SU NIETO
LIBRO PRIMERO CAPÍTULO 18 (2)
GEORGE I. GURDJIEFF

TRADUCCIÓN DE VIDEOS AL ESPAÑOL
CONTINUA DE LIBRO PRIMERO CAPITULO 18 (1)

entré en esta parte
demostrativa sin la menor coerción exterior, a pesar de ello, mi esencia permitió filtrarse
dentro de mi ser y desarrollarse allí, junto a las referidas y extrañas experiencias, una criminal
y egoísta ansiedad por la salvación de mi existencia personal.
Sin embargo, querido nieto, a fin de que no te aflijas demasiado, no estará de más agregar que
esto ocurrió por primera y también por última vez en todo el transcurso de mi larga y azarosa
vida.
Pero quizás fuera mejor por ahora no detenernos en estas cuestiones que atañen tan sólo a
nuestra familia.
Volvamos más bien al relato que había comenzado acerca del Okidanokh Omnipresente y de
mi futuro íntimo amigo el Gornahoor Harharhk, quien por entonces era considerado en todas
partes y por todos los seres tricerebrados ordinarios como uno de los más eminentes
«científicos» y que ahora, aunque vive todavía, no sólo no es considerado «eminente» sino
que gracias a su propia obra, es decir, a su propio hijo, es lo que nuestro querido Mullah Nassr
Eddin llamaría un «ex ser» o, lo que es lo mismo, como se suele decir en estos casos,
Harharhk está «en unos viejos zuecos».
Pues bien; entonces, mientras flotaba, el Gornahoor Harharhk, con gran dificultad y sólo
gracias a una maniobra especial sumamente complicada, logró controlar finalmente su cuerpo
planetario, cargado con todos aquellos pesados adminículos, conduciéndolo nuevamente al
lugar que antes había ocupado, donde lo fijó firmemente con la ayuda de ciertos tornillos
especiales colocados en la silla a ese fin; y cuando ambos restablecimos más o menos
normalmente nuestro medio de comunicación, le fue posible, mediante los antes mencionados
conectores artificiales, llamarme la atención sobre ciertos aparatos colocados encima de la
mesa que según ya te dije, eran muy semejantes a los «Momonodooars».
Una cuidadosa observación revelaba que todos ellos eran de aspecto similar, como otros
tantos «portalámparas» idénticos, desde cuyos extremos salían «carbones», iguales a los que
suelen encontrarse en los aparatos que tus favoritos del planeta Tierra llaman «lámparas de
arco».
Después que hubo llamado mi atención sobre estos tres «Momonodooars» semejantes a
portalámparas, me dijo:
«Cada uno de estos aparatos de igual aspecto exterior posee una conexión directa con aquellos
receptáculos (o contenedores) secundarios que le mostré cuando todavía nos hallábamos
afuera y en los cuales, después del Djartklom artificial, se reúnen las distintas partes activas
del Okidanokh, formando una masa general.
«He dispuesto estos tres aparatos independientes de modo tal que en este espacio
absolutamente vacío, podamos, para el experimento deseado, obtener de aquellos receptáculos
secundarios la cantidad necesaria de las distintas partes activas del Okidanokh en estado puro;
y también podemos cambiar a voluntad la fuerza del 'Impulso a fusionarse nuevamente en un
todo', que ellas encierran y que les es propia, de acuerdo con el grado de densidad de la
concentración de la masa.»
«Y aquí, en este espacio absolutamente vacío, le mostraré a Ud. antes que nada, el mismo
fenómeno no conforme a las leyes que observamos no hace mucho mientras nos hallábamos
fuera. Me refiero al fenómeno universal que tiene lugar cuando, después de un Djartklom
conforme a las leyes, las partes separadas del Okidanokh total se reúnen en un espacio
exterior al proceso conforme a las leyes, y, sin la participación de parte alguna, 'Se esfuerzan
por fusionarse nuevamente en
un todo único'».
Una vez que hubo pronunciado estas palabras, cerró en primer término aquella parte de la
superficie del Hrhaharhtzaha, cuya composición tenía la propiedad de permitir el paso de los
«rayos»; luego movió dos palancas y apretó un botón, e inmediatamente un platillo que se
hallaba sobre la mesa, hecho de cierto cemento especial, se movió automáticamente hacia los
carbones antes mencionados, después de lo cual, llamándome la atención sobre el
Amperímetro y el Voltímetro, agregó:
«Nuevamente he admitido de esta manera el flujo de las partes del Okidanokh, es decir, el
Anodnaticioso y el Cathodnaticioso de igual fuerza de 'impulso a fundirse nuevamente'».
Cuando miré al Amperímetro y al Voltímetro y vi que efectivamente sus agujas se movían,
deteniéndose en las mismas cifras en que, según había observado, se habían detenido la
primera vez, cuando nos hallábamos fuera del Hrahaharhtzaha, experimenté un gran asombro
debido a que, pese a lo que las agujas indicaban y a la indicación del Gornahoor Harharhk, yo
no había advertido ni percibido cambio alguno en el grado de visibilidad de mi percepción de
los objetos circundantes.
De modo pues, que sin esperar a escuchar lo que iba a explicarme, le pregunté:
«Pero, ¿por qué entonces no produce ningún efecto este 'impulso a fusionarse nuevamente en
un todo único' no conforme a las leyes, de las partes del Okidanokh?»
Antes de responderme, el Gornahoor Harharhk apagó la única lámpara que había encendida,
que funcionaba por medio de una corriente magnética especial.
Entonces mí sorpresa aumentó, porque pese a la oscuridad que sobrevino inmediatamente,
podía ver todavía claramente a través de las paredes del Hrhaharhtzaha, que las agujas del
Amperímetro y del Voltímetro, ocupaban todavía el mismo lugar que antes.
Sólo después de haberme acostumbrado relativamente a esta sorprendente comprobación, hizo
uso de la palabra el Gornahoor Harharhk:
«Ya le he dicho que la composición del material de que están hechas las paredes de esta
máquina en que nos hallamos en este momento, posee la propiedad de no permitir el paso de
ninguna vibración procedente de fuente alguna, con la excepción de ciertas vibraciones
procedentes de concentraciones próximas; y estas últimas vibraciones pueden ser percibidas
por los órganos de la vista de los seres tricerebrados y aun entonces, claro está, solamente de
los seres normales.»
«Más aún, de acuerdo con la ley conocida por el nombre de 'Heteratogetar', las vibraciones
del impulso Salnichizinooarniano o 'rayos', adquieren la propiedad de actuar sobre los órganos
perceptivos de los seres corrientes sólo después de haber transpuesto el límite que la ciencia
define en la siguiente forma: 'el resultado de la manifestación es proporcional a la fuerza del
impulso provocado por el choque.'»
«De este modo, como el proceso que nos ocupa, que es el choque de las dos partes del
Okidanokh, tiene una gran potencia, su resultado se manifiesta mucho más allá del lugar de su
origen.»
«¡Ahora fíjese!»
Al decir de esto apretó un botón y de pronto todo el interior del Hrhaharhtzaha se llenó de
aquella misma luz cegadora de que ya te he hablado, y que experimenté cuando me hallaba
fuera del Hrhaharhtzaha.
Esa luz, al parecer, era obtenida como resultado del hecho de que, al apretar el botón, el
Gornahoor Harharhk había abierto nuevamente aquella parte de la pared del Hrhaharhtzaha
que tenía la propiedad de permitir el paso de los rayos.
Como explicó más tarde, la luz sólo era una consecuencia del producto del «impulso a
fusionarse nuevamente en un todo único» de las partes del Okidanokh desarrolladas en aquel
espacio absolutamente vacío dentro del Hrhaharhtzaha y puestas de manifiesto merced a lo
que conocemos con el nombre de «reflexión» desde el exterior hacia el lugar de origen.
Después de lo cual continuó como sigue:«Ahora le demostraré las combinaciones mediante las cuales se producen los procesos del
Djartklom y del impulso a fusionarse nuevamente en un todo único de las partes activas del
Okidanokh en los planetas, a partir de lo que se conoce con el nombre de 'minerales', de los
cuales está formada su presencia interior; formaciones éstas definidas y de densidad diversa,
como por ejemplo, los 'mineraloides', 'gases', 'metaloides', etc., así como la forma en que estos
últimos se transforman más tarde, gracias a la acción de estos mismos factores, unos en otros,
y la forma en que las vibraciones procedentes de estas transformaciones vienen a constituir
finalmente aquella totalidad de vibraciones que proporciona a los planetas la posibilidad de su
estabilidad en el proceso del 'movimiento armonioso del sistema común.'»
«A fin de poder realizar esta demostración, deberé obtener primero, como siempre, los
materiales necesarios del exterior, y éstos me serán proporcionados por mis alumnos,
mediante ciertos dispositivos que han sido preparados de antemano».
Es interesante notar que, mientras me dirigía la palabra, daba golpecitos, al mismo tiempo,
con el pie izquierdo sobre cierto misterioso objeto, sumamente parecido a lo que tus favoritos
terráqueos llaman «transmisor Morse», famoso, por otra parte, en el planeta Tierra.
Unos instantes después, ascendió lentamente por la parte inferior del Hrhaharhtzaha un
pequeño objeto semejante a una caja transparente al igual que las paredes, dentro de la cual,
como se observó más tarde, había ciertos minerales, metaloides, metales, y diversos gases en
estado líquido y sólido.
Entonces, mediante la ayuda de diversos dispositivos colocados a un lado de la mesa, extrajo
de la caja, en primer término, tras complicadas maniobras, cierta cantidad de lo que llamamos
«cobre rojo» y lo colocó en el platillo antes mencionado, diciéndome estas palabras:
«Este metal constituye una cristalización planetaria definida y posee una de las densidades
requeridas para la mencionada estabilidad en el proceso denominado del movimiento
armonioso del sistema común. Es una formación resultante de procesos anteriores correspondientes
a la acción de las partes del Okidanokh Omnipresente; lo que yo deseo ahora es
permitir la transformación posterior de este metal en forma artificial y acelerada por medio de
las peculiaridades de dichos factores.»
«Mi propósito es ayudar artificialmente a la evolución e involución de sus elementos a una
mayor densidad, o sea, a una transformación regresiva a su estado original.»
«Para que le resulte más claro el cuadro objetivo de estos experimentos dilucidatorios, creo
necesario informarle ante todo, aunque sólo sea de forma somera, acerca de mis primeras
deducciones científicas personales, relativas a las pruebas de las causas y condiciones por
acción de las cuales se produce en los propios planetas la cristalización de las partes separadas
e individuales del Okidanokh en estas otras formaciones particulares.»
«Evidentemente, antes que nada, las partes separadas e individuales del Djartklom no
conforme a las leyes del Okidanokh Omnipresente que se encuentra presente en todos los
planetas, se localizan en el medio correspondiente a aquella parte de la presencia del planeta,
es decir, en aquel mineral que se hallaba, en aquel momento preciso, en el lugar donde se
produjo el Djartklom no conforme a las leyes.»
«De modo tal que, si lo que llamamos la 'vibración de la densidad de los elementos del medio
referido' posee una 'afinidad vibratoria' con la parte activa mencionada del Okidanokh
Omnipresente, de acuerdo con la ley universal del 'Ingreso Simétrico', esta parte activa se
fusionará con la presencia del medio mencionado, convirtiéndose en una parte inseparable del
mismo. Y a partir de ese momento, las partes correspondientes del Okidanokh Omnipresente
comenzarán a representar, juntamente con los referidos elementos del medio mencionado, las
densidades requeridas en los planetas, es decir, diversas clases de metaloides e incluso de
metales, como por ejemplo, el metal que he colocado en esta esfera y en la cual habrá de
producirse artificialmente, en este momento, la acción del impulso a fusionarse nuevamente
en un todo único, de las partes del Okidanokh, metal que se conoce, como ya le he dicho, por
el nombre de cobre rojo.»
«Además, habiéndose formado en los planetas de esta manera, dichos metaloides y metales,
comienzan entonces, de acuerdo con la ley común universal de la Alimentación recíproca de
todas las cosas existentes' —como es lo natural en todas las formaciones de cualquier
naturaleza sea que se desarrollen con la participación del Okidanokh o de una cualquiera de
sus partes activas— a irradiar de sus presencias los productos de su 'Intercambio de
sustancias' interior. Y como también es natural en las radiaciones de toda clase procedentes de
aquellas formaciones intraplanetarias que han adquirido en sus vibraciones la propiedad del
Okidanokh o de sus partes activas y que se encuentran en lo que llamamos el 'centro de
gravedad' de dichas formaciones, las radiaciones de estos metaloides y metales poseen ciertas
propiedades casi iguales a las del mismo Okidanokh o a las de algunas de sus partes activas.»
«Cuando estas masas de diferentes densidades se producen de este modo en los planetas, en
las condiciones normales del medio, comienzan a emitir de sus presencias comunes las
vibraciones requeridas por la mencionada ley universal 'de la alimentación recíproca de todo
lo existente', y entonces, entre estas vibraciones de diversas propiedades queda establecido,
gracias a la ley Universal Fundamental del Troemedekhfe, un contacto de acción recíproca.»
«Y el producto de este contacto constituye el factor principal en el cambio gradual de las
diversas densidades de los planetas.»
«Mis observaciones efectuadas a lo largo de muchos años han llegado a convencerme casi
plenamente de que sólo gracias al mencionado contacto y a sus productos es posible la
materialización del 'Equilibrio de estabilidad armoniosa entre los planetas.'»
«Este cobre rojo que he colocado en la esfera de mi materialización artificial de la acción de
las partes activas del Okidanokh, posee en este momento preciso lo que llamamos una
«densidad específica» que puede calcularse en cuatrocientos cuarenta y cuatro sobre la base
de la unidad de densidad del elemento sagrado Theomertmalogos, es decir, que el átomo de
este metal es cuatrocientas cuarenta y cuatro veces más denso y tantas veces menos
vivificante que el átomo del sagrado Theomertmalogos.»
«Ahora podrá observar el orden en que se suceden sus transformaciones aceleradas
artificialmente.»
Dicho lo cual, colocó en primer lugar, delante de mi órgano de la vista, un teskooano de
movimiento automático, encendiendo y apagando luego varios contactos en un orden
determinado y mientras yo miraba por el teskooano, me explicó lo siguiente:
«En este momento permito el 'influjo' de las tres partes del Okidanokh en la esfera que
contiene a este metal, y como las tres partes tienen la misma 'densidad' y por ende la misma
'fuerza de impulso', se fusionan nuevamente en un todo único dentro de esta esfera sin alterar
en absoluto la presencia del metal, y el Okidanokh Omnipresente así obtenido fluye en su
estado habitual mediante cierta conexión especial, hacia el interior del Hrhaharhtzaha, para
volver a concentrarse en el primer receptáculo que usted ya ha visto.»
«¡Ahora fíjese!»
«Aumento deliberadamente la fuerza del impulso de solamente una de las partes activas del
Okidanokh, por ejemplo, la fuerza llamada cathodniciosa.

Como consecuencia de esto, usted
verá cómo los elementos que componen la presencia del cobre comienzan a involucionar
hacia la calidad de las sustancias que componen las presencias ordinarias de los planetas.»
Al tiempo que me explicaba esto, estableció y desconectó diversos contactos siguiendo un
orden determinado.
Pese a que, querido nieto, miré entonces con suma atención todo lo que ocurría y todo cuanto
vi quedó impreso en mi esencia Testolnootiarnamente, esto es, para siempre, no obstante, ni
aun con el mejor deseo y la mejor disposición para hacerlo, podría describirte ahora con
palabras la centésima parte de lo que entonces aconteció en aquel pequeño fragmento de una
formación intraplanetaria definida.
Y no trataré de expresar con palabras lo que entonces vi porque se me acaba de ocurrir la
posibilidad de que pronto veas por ti mismo este extraño y asombroso proceso cósmico.
Pero por ahora me limitaré a decirte que lo que entonces sucedió en el fragmento de cobre
rojo fue algo semejante a aquellos cuadros aterradores que tuve ocasión de observar varias
veces entre tus favoritos del planeta Tierra a través de mi teskooano desde mi observatorio
instalado en Marte.
Digo bastante parecido porque lo que solía ocurrir entre tus favoritos sólo presentaba una
visibilidad susceptible de ser observada en su comienzo, en tanto que en el fragmento de
cuprita la visibilidad se mantenía constante hasta el final del proceso de transformación.
Puede trazarse un paralelo aproximado entre los procesos ocasionales que se desarrollan en el
planeta de tu predilección y los que tuvieron lugar en aquel pequeño fragmento de cobre.
Pues, si te hallaras situado a una gran altura, mirando hacia abajo a una enorme plaza pública
donde millares de tus favoritos, víctimas de la más intensa de sus psicosis colectivas, se
destruyesen unos a otros por toda clase de medios ideados por ellos mismos exclusivamente
con ese fin, y que inmediatamente aparecieran en esos lugares los llamados «cadáveres», los
cuales, debido a las heridas infligidas por los seres que no han sido destruidos todavía,
cambiaran de color de forma ostensible, como resultado de lo cual la visibilidad general de la
superficie de dicha plaza fuera transformándose gradualmente, podrías hacerte una idea de
aquel espectáculo que vieron mis ojos.
Entonces, querido nieto, el que más tarde habría de ser mi íntimo amigo, el Gornahoor
Harharhk, permitiendo o impidiendo sucesivamente la acción del influjo de las tres partes
activas del Okidanokh y alterando luego la fuerza del impulso, alteró la densidad de los elementos
de dicho metal, transformando el cobre, de esta manera, en todos los demás metales
intraplanetarios de naturaleza definida y de inferior o superior grado de poder vivificante.
Y es interesante hacerte notar aquí, a fin de que puedas comprender cabalmente el extraño
carácter del psiquismo de aquellos seres tricerebrados que han despertado tu curiosidad, que
mientras el Gornahoor Harharhk producía, con la ayuda de su nuevo invento, de forma artificial
y deliberada, la evolución e involución de la densidad y del poder vivificante de los
elementos del cobre, advertí con toda claridad que este metal se transformaba, en una de las
etapas del proceso, precisamente en aquel mismo metal que tantos devaneos ha motivado en
tu planeta favorito, durante todas las edades, por la frustrada esperanza de transformar los
demás metales en éste, y que recibe allí el nombre de «oro».
El oro no es sino el metal que nosotros llamamos Prtzathalavr, cuyo peso específico —
comparándolo con el elemento del sagrado Theomertmalogos, es de 1449—, es decir, que este
elemento es un poco más de tres veces menos vivificante que el elemento cobre.
La razón por la cual decidí repentinamente no tratar de explicarte con detalle todo lo que tuvo
lugar en el fragmento de cobre, en vista de la posibilidad de que pronto pudieras ver por u
mismo en formaciones intraplanetarias definidas los procesos de las diversas combinaciones
de las manifestaciones de las panes activas del Okidanokh, fue porque recordé de pronto la
amabilísima promesa que el Conservador de todos los Cuartos, el Altísimo Archiquerubín,
Peshtvogner, me había hecho con anterioridad.
De hecho, esta promesa me fue concedida inmediatamente después de regresar de mi exilio,
con ocasión de mi presentación ante Su Excelencia el Conservador de todos los Cuartos, el
Archiquerubín Peshtvogner cuando me postré de rodillas ante él para ejecutar lo que
llamamos la «Sagrada Esencia Aliamizoornakalu».
Y si tuve que hacer esto fue debido también a los pecados de mi juventud. Cuando obtuve el
perdón de SU ETERNIDAD UNIEXISTENTE y el permiso para volver a mi tierra natal,
ciertos Individuos Sagrados decidieron exigirme, por cualquier circunstancia, que ejecutara
sobre mi esencia este sagrado proceso a fin de que no pudiera manifestarme en lo sucesivo de
la misma forma que en los días de mi ya lejana juventud, y para que ello no se diera tampoco
en la Razón de la mayoría de los individuos residentes en el centro del Gran Universo.
Quizás tú ignores todavía qué significa la ejecución del Aliamizoornakalu sagrado. Más
adelante te lo explicaré con detalle, pero por ahora me limitaré a repetir las palabras de
nuestro tan estimado Mullah Nassr Eddin, quien resume este proceso como la acción de «dar
la palabra de honor de no meter la nariz en los asuntos de las autoridades».
En resumen, cuando me presenté ante su Excelencia el Conservador de todos los Cuartos, éste
condescendió a preguntarme entre otras cosas, si había traído conmigo todos los productos
eserales en cuya investigación me había ocupado durante el exilio y que había reunido en el
transcurso de mis viajes por los diversos planetas de aquel sistema solar.
Le contesté que había traído casi todo, salvo los grandes aparatos que mi amigo el Gornahoor
Harharhk había construido para mí en el planeta Marte.
Entonces su Excelencia prometió inmediatamente dar las órdenes necesarias para que todo lo
que yo indicase fuera traído en la primera oportunidad en que la nave espacial Omnipresente
efectuase un viaje por aquellos rincones del universo.
Es por esto, querido niño, por lo que tengo la esperanza de que sea traído todo lo necesario a
nuestro planeta Karatas, cuando nosotros regresemos a él, a fin de que puedas ver todo con tus
propios ojos; entonces, ten la seguridad de que habré de explicarte prácticamente todo, hasta
el menor detalle.
Mientras tanto, durante nuestro viaje espacial a bordo de la nave Kamak, voy a contarte, tal
como te prometí, acerca de mis descensos a tu planeta favorito, según el orden en que se
efectuaron, así como las causas que me movieron a hacerlos.

FIN DE CAPÍTULO 18 DEL LIBRO PRIMERO.