LIBRO PRIMERO CAPITULO 9 Causa de la génesis de la Luna


RELATOS DE BELCEBÚ A SU NIETO
LIBRO PRIMERO CAPÍTULO 9
GEORGE I. GURDJIEFF,

TRADUCCIÓN DE VIDEO AL ESPAÑOL




Capítulo 9
Causa de la génesis de la Luna
Y así es como Belcebú comenzó su relato:
—Una vez que llegamos al planeta Marte, donde se nos había destinado vivir, comenzamos a
establecernos lentamente.
Nos hallábamos todavía completamente absorbidos por la compleja organización de todo lo
exteriormente necesario para una existencia más o menos tolerable en medio de aquella
Naturaleza absolutamente extraña para nosotros, cuando, uno de los días de mayor actividad,
todo el planeta Marte fue sacudido por un violento temblor, mientras poco después se
levantaba hasta nosotros un «hedor» tan insoportable que en un primer momento pareció que
todo el universo se había mezclado de pronto con algo que sólo podría expresarse como
«indescriptible».
Sólo mucho tiempo después de haberse disipado aquel hedor, pudimos recuperarnos,
dándonos gradualmente cuenta de lo que había sucedido.
Advertimos entonces que la causa de ese terrible fenómeno no había sido otra que el
mismísimo planeta Tierra, que, de tanto en tanto, se acercaba considerablemente a nuestro
planeta Marte, y que, por lo tanto, podíamos observar claramente, a veces incluso sin la ayuda
del «Teskooano».
Por alguna razón que no podíamos comprender todavía, este planeta —era evidente— había
«estallado» y dos fragmentos desprendidos del cuerpo principal habían salido proyectados
hacia el espacio.
Te he dicho ya que entonces este sistema solar todavía se estaba formando sin haber
alcanzado aún lo que se llama «La Armonía Del Recíproco Mantenimiento De Todas Las
Concentraciones Cósmicas».
Supimos más tarde que, en conformidad con esta «Armonía Cósmica General Del
Mantenimiento Recíproco De Todas Las Concentraciones Cósmicas», debía funcionar
también en este sistema un cometa de los que llamamos ahora de «vasta órbita», que existe
todavía y que lleva el nombre de «Kondoor».
Y precisamente este cometa, que acababa de concentrarse, realizaba su primer «paso pleno»
por la zona.
Como ciertos Individuos Sagrados competentes nos explicaron más tarde de forma
confidencial, la trayectoria del mencionado cometa debía cruzar la línea seguida por el planeta
Tierra; pero a consecuencia de ciertos cálculos erróneos de un Individuo Sagrado encargado
de las cuestiones de la creación del Mundo y del mantenimiento del Mundo, los tiempos de
transposición de estas dos concentraciones por el punto de intersección de sus respectivas
trayectorias, coincidieron y, debido a este error, el planeta Tierra y el cometa «Kondoor»
chocaron, y con tal violencia, que a raíz de ese impacto, como ya te dije, se desprendieron del
planeta Tierra dos grandes fragmentos que salieron proyectados hacia el espacio.
Este choque entrañó tan serias consecuencias debido a que, merced al reciente nacimiento de
este planeta, la atmósfera que en otro caso podría haber servido de amortiguador, no se había
formado todavía completamente.
Como es natural, nuestra ETERNIDAD fue informado inmediatamente de este desastre
cósmico.
Como consecuencia directa de este informe, se envió una comisión completa compuesta por
Ángeles y Arcángeles especialistas en la creación de Mundos y en el mantenimiento de
Mundos, bajo la dirección del Altísimo Arcángel Sakaki, a este sistema solar de «Ors», desde
el Sagrado Absoluto Solar.
La Altísima Comisión vino a nuestro planeta Marte, puesto que era el más próximo al planeta
Tierra, instalando allí la sede central de sus investigaciones.
Los sagrados miembros de la Altísima Comisión nos tranquilizaron inmediatamente,
informándonos que no había peligro alguno de posteriores catástrofes en gran escala.
Y el Archi-Ingeniero Arcángel Algamatant tuvo la bondad de explicarnos personalmente que
lo más probable era que hubiese sucedido lo siguiente:
«Los fragmentos desprendidos del planeta Tierra habrían perdido el impulso impartido por el
choque antes de haber alcanzado el límite de aquella parte del espacio correspondiente a la
esfera de este planeta y, en consecuencia, de acuerdo con la Ley de la Caída estos fragmentos
habrían empezado a caer hacia su cuerpo fundamental.
Pero no podían caer sobre el cuerpo fundamental, debido a que en el ínterin habían entrado
bajo el dominio de la ley cósmica conocida con el nombre de Alcance', a cuya influencia
estaban totalmente sujetos; por consiguiente, describían ahora órbitas elípticas regulares
alrededor del cuerpo fundamental, exactamente del mismo modo en que este cuerpo
fundamental, es decir, el planeta Tierra, describía y sigue describiendo todavía su órbita
elíptica alrededor del sol 'Ors'.
Y así continuará siempre, a menos que una nueva e imprevista catástrofe en gran escala lo
desvíe en un sentido u otro.


Gloria a la Casualidad... —concluyó Su Pantemesurabilidad—, la armonía del movimiento
del sistema general no fue destruida por este percance y así pudo restablecerse rápidamente
una pacífica existencia en todos los planetas del sistema 'Ors'».
Sin embargo, querido mío, una vez que esta Altísima Comisión hubo calculado todos los
hechos disponibles, y también todo lo que podía acontecer de ahí en adelante, llegó a la
conclusión de que si bien los fragmentos desprendidos del planeta Tierra podían mantenerse
durante cierto tiempo en las mismas posiciones que ocupaban, podían, en razón de ciertos
«desplazamientos Tastartoonarianos» sospechados por la Comisión, abandonar en el futuro
aquellas posiciones y ocasionar una larga serie de calamidades tanto en el sistema de «Ors»
como en los demás sistemas solares vecinos.
Por ello, la Altísima Comisión decidió tomar ciertas medidas a fin de evitar tal posibilidad.
Y resolvieron así que la mejor medida en aquel caso sería hacer que el cuerpo fundamental, es
decir, el planeta Tierra, enviara de forma constante a los fragmentos que de él se habían
separado, para mantenerlos en su posición, las sagradas vibraciones conocidas con el nombre
de «Askokin».
Esta sagrada sustancia sólo puede formarse en los planetas cuando tanto las leyes cósmicas
fundamentales que en ellos operan, la sagrada «Heptaparaparshinokh» como la sagrada
«Triamazikamno» actúan, como suele decirse, «Unosoparno», es decir, cuando estas leyes
cósmicas sagradas que rigen la concentración cósmica se desvían independientemente y
también se manifiestan sobre su superficie independientemente, pero claro está que
independientemente sólo hasta ciertos límites.
De modo pues, querido mío, que como tal obra cósmica sólo era posible con el asentimiento
de SU ETERNIDAD, el gran Arcángel Sakaki, acompañado por otros muchos miembros
sagrados de la Altísima Comisión, partió inmediatamente hacia Su Eternidad para rogarle que
le diera el asentimiento necesario.
Y más tarde, una vez que los Individuos Sagrados hubieron obtenido la sanción
correspondiente por parte de Su Eternidad, para la materialización del proceso unosoparniano
y una vez materializado dicho proceso bajo la dirección del mismo Gran Arcángel Sakaki,
desde entonces, también en ese planeta, exactamente como en muchos otros, comenzó a surgir
lo «Correspondiente», gracias a lo cual los mencionados fragmentos siguen existiendo todavía
sin constituir amenaza alguna para el planeta mayor.
De esos dos fragmentos, el mayor llevaba el nombre de «Londerperzo» y el menor «Anulios»,
y así los llamaron en un primer momento los seres tricerebrados ordinarios que nacieron y
vivieron más tarde en ese planeta; pero los seres que a éstos sucedieron, tiempo después, les
dieron otros nombres diferentes en épocas diversas y en los tiempos más recientes el
fragmento mayor llevaba el nombre de Luna, en tanto que el nombre del menor cayó
gradualmente en el olvido.
En cuanto a los seres que allí habitan en la actualidad, no sólo no poseen nombre alguno para
este fragmento más pequeño, sino que ni siquiera sospechan su existencia.
Es interesante notar aquí que los seres residentes en un continente de aquel planeta llamado
«Atlántida», que pereció tiempo después, tenían conocimiento de la existencia de este
segundo fragmento del planeta madre, dándole también el nombre de «Anulios»; pero los
seres que habitaron tiempo después en el mismo continente, en quienes habían comenzado a
cristalizarse los resultados de las consecuencias de las propiedades de aquel órgano llamado
«Kundabuffer» —acerca del cual, según parece ahora, tendré que explayarme todavía con
más detalle— empezando a formar parte de sus presencias comunes, también lo llamaron
«Kimespai», lo cual significaba para ellos «Nunca Te Deja Dormir En Paz.»
Los seres tricerebrados contemporáneos que habitan la superficie de este planeta peculiar
ignoran la existencia de aquel primer fragmento de su planeta, debido principalmente a que su
tamaño relativamente pequeño y la gran distancia a que se encuentra, lo hacen completamente
invisible a la vista, y también debido a que ninguna «abuelita» les dijo nunca que había una
vez un pequeño satélite de su planeta que los hombres conocían y llamaban, etc., etc.
Y en caso de que cualquiera de ellos acertara a verlo por casualidad, mediante el uso de ese
pueril juguete que llaman telescopio, seguramente habría de pasarlo por alto, confundiéndolo
simplemente con un aerolito grande.
Probablemente nunca vuelvan ya a ver este fragmento los seres contemporáneos, puesto que
ya se han acostumbrado completamente a ver sólo lo irreal.
De hecho, en los últimos siglos estos seres se han mecanizado de forma verdaderamente
artística, acostumbrándose a no ver nada real.
Así pues, querido nieto, debido a todo lo que dije antes, nacieron en un principio en este
planeta Tierra, tal como debían, los que se llaman «Símiles del Todo» o, como también se les
denomina, «microcosmos» y además, originadas en estos «microcosmos», se formaron las
vegetaciones que reciben el nombre de «Oduristenianas» y «Polormedekhticas».
Más aún; como siempre ocurre, de esos mismos microcosmos empezaron también a agruparse
diversas formas de lo que se llaman «Tetartocosmos» de los tres sistemas cerebrales.
Entre estos últimos surgieron en primer término aquellos bípedos «tetartocosmos» a quienes
llamaste, hace un rato, «zánganos».
Acerca de cómo y por qué surgen en los planetas, durante la transición de las leyes sagradas
fundamentales hacia la «Unosparnia», los «Símiles del Todo», así como acerca de los factores
que contribuyen a la formación de uno u otro de estos llamados «sistemas de cerebros
eserales» y de todas las leyes relativas a la creación y el mantenimiento del mundo, he de
hablarte más adelante, en una ocasión oportuna.
Mientras tanto, sabrás que estos seres tricerebrados nacidos en el planeta Tierra que tanto te
interesan, tuvieron en sí mismos, en el principio de las cosas, iguales posibilidades para el
perfeccionamiento de las funciones necesarias para la adquisición de la Razón del Ser, que
todas las demás formas de «tetartocosmos» existentes en todo el Universo.
Pero más tarde, precisamente en la época en que también ellos, al igual que en otros planetas
semejantes de nuestro Gran Universo, empezaban gradualmente a espiritualizarse mediante lo
que se llama el «instinto del ser», precisamente entonces, por desgracia para ellos, sufrieron
un infortunio que no había sido previsto desde lo Alto y que les acarreó serias calamidades.

FIN DE CAPÍTULO 9 DEL LIBRO PRIMERO