LIBRO PRIMERO CAPITULO 12


RELATOS DE BELCEBÚ A SU NIETO
LIBRO PRIMERO CAPÍTULO 12
GEORGE I. GURDJIEFF,

Traducción de videos al Español



Capítulo 12
EL PRIMER GRUÑIDO




Un rato después, Belcebú reanudó su charla de este modo:
—Recuerdo cierta historia relacionada con estos «anatemas» que puede proporcionarnos un
material sumamente útil para comprender el extraño psiquismo de estos seres tricerebrados
que habitan aquel planeta que tanto te interesa; y lo que es más, esta historia puede tranquilizarte
en cierta medida y brindarte alguna esperanza de que, aun cuando estos peculiares
seres terrestres llegaran a tener conocimiento casualmente de tu injuria y te «anatematizaran»
no te ocurriera, después de todo, nada «demasiado malo».
La historia que voy a narrarte tuvo lugar hace muy poco tiempo entre los seres tricerebrados
contemporáneos, y se originó en la forma siguiente:
Vivía en una de esas grandes comunidades, un pacífico ser ordinario de profesión «escritor»,
según se la llama en aquellos lugares.
Sabrás que en edades remotas podían encontrarse todavía ocasionalmente, seres
pertenecientes a esa profesión capaces de inventar y describir cosas realmente propias de
ellos; pero en épocas más recientes los «escritores» que entre los terráqueos pululan,
especialmente entre los contemporáneos, se han limitado a copiar toda clase de ideas de los
muchos libros ya existentes y, uniéndolas todas en una nueva disposición, hacen así «libros
nuevos».
Para esta tarea, estos «escritores» han preferido los libros procedentes de sus antecesores
remotos.
Es necesario notar que los libros escritos por los contemporáneos constituyen en su conjunto
la causa principal de que la Razón de todos los demás seres tricerebrados se vuelva día a día y
cada vez más —como dice el venerable Mullah Nassr Eddin— «pura tontería».
De modo pues, querido nieto, que...
El escritor contemporáneo de quien comencé a hablarte no era sino uno de tantos, sin ningún
rasgo distintivo particular.
Una vez terminado uno u otro libro, comenzaba a pensar en lo que habría de escribir a
continuación y con esta perspectiva se dedicaba a buscar alguna «idea» nueva en los libros de
su llamada «biblioteca», provisión ésta de «ideas» de la que ningún escritor actual puede
carecer.
Mientras hacía esto, llegó a sus manos un libro llamado «los Evangelios».
«Los Evangelios» es el nombre que allí le dan a un libro escrito en épocas pasadas por ciertos
individuos llamados Mateo, Marcos, Lucas y Juan, sobre Jesucristo, un Mensajero de nuestra
ETERNIDAD enviado a aquel planeta.
Este libro se halla ampliamente difundido entre aquellos seres tricentrados que se conducen
teóricamente de acuerdo con las enseñanzas de este Mensajero.
Habiendo caído este libro en manos de nuestro escritor, a éste se le ocurrió de pronto: ¿Por
qué no habría yo también de escribir un «Evangelio»?
Como pude comprobar por otras investigaciones que debí realizar por otras razones
completamente ajenas al caso, resultó ser que después de esta primera idea nuestro terráqueo
siguió razonando de esta forma:
«¿Soy yo acaso peor que aquellos antiguos bárbaros Mateo, Lucas, Marcos y Juanito?
»En todo caso, yo poseo más 'cultura que la que ellos nunca poseyeron, de tal modo que
podría escribir para mis contemporáneos un 'Evangelio' muy superior a los de ellos.
«Decididamente, es absolutamente necesario que escriba un 'Evangelio', puesto que los
pueblos contemporáneos llamados 'inglés' y 'norteamericano' tienen una gran debilidad por
este libro y las libras y los dólares que ellos utilizan se cotizan actualmente muy bien.
«Entonces, dicho y hecho».
Y a partir de ese día se dedicó a trasladar su «sabiduría» al nuevo «Evangelio». Pero cuando
éste estuvo terminado e impreso, sólo comenzaron todos los demás hechos vinculados con el
nuevo «Evangelio».
En cualquier otra ocasión, quizás nada hubiera pasado y este nuevo «Evangelio» habría
dormido inadvertido en algún estante de alguna biblioteca de algún bibliómano,
indiferenciado entre la multitud de libros que en aquellos lugares contienen «verdades»
semejantes.
Pero afortunada o desafortunadamente para este escritor, sucedió que ciertos seres dotados de
«influencia», pertenecientes a aquella gran comunidad en la que él vivía, venían precisamente
de tener una negra suerte con lo que se llama allí «ruleta» y «bacará», reclamando, por consiguiente,
cada vez más «dinero» —como ellos dicen— de los seres ordinarios de la
comunidad, por lo cual, gracias a estas insólitas exigencias de dinero, los seres ordinarios de
la comunidad despertaron por fin de su sopor anterior y empezaron a «abrir los ojos».
En vista de ello, los seres «dotados de influencia» que estaban encerrados en sus casas, se
alarmaron considerablemente, decidiendo tomar las «medidas» correspondientes.
Y entre las «medidas» por ellos tomadas se contó también la de destruir inmediatamente y
borrar de la superficie del planeta cualquier cosa que surgiese en su comunidad, capaz de
impedir que retornasen al mencionado sopor.
Y fue precisamente en ese momento cuando el citado «Evangelio» hizo su aparición.
También en el contenido de este nuevo «Evangelio» creyeron ver estos seres «dotados de
influencia» un instrumento capaz de impedir que los seres ordinarios de la colectividad
retomaran su sueño de costumbre, por lo cual, resolvieron casi inmediatamente «librarse»
tanto del escritor como de su «Evangelio», y digo «librarse» porque por entonces ya se habían
convertido en verdaderos expertos en «librarse» de estos «brotes» de tendencias a meter las
narices donde no corresponde.
Pero por ciertas razones no pudieron aplicar ese tratamiento a nuestro escritor, de modo que
grande fue su alarma, deliberando todos agitadamente acerca de lo que deberían hacer.
Algunos propusieron encerrarlo simplemente en aquellos lugares donde pululan las «ratas» y
los «piojos»; otros propusieron enviarlo al «Timbuktu», y así sucesivamente; pero en
definitiva, decidieron anatematizarlo, junto con su «Evangelio», de forma pública y solemne,
según las reglas tradicionales y lo que es más aún, con exactamente el mismo «anatema» con
que sin duda te habrían anatematizado a ti si hubieran llegado a saber cómo los habías
insultado.
Y así, querido niño, el extraño psiquismo de estos seres tricerebrados contemporáneos que
habitan aquel peculiar planeta, quedó puesto de manifiesto en este caso, en el hecho de que,
una vez que este escritor y su Evangelio fueron públicamente anatematizados, el resultado fue
para él —como dice el muy estimado Mullah Nassr Eddin— «sólo un lecho de rosas».
Esto es lo que ocurrió:
Los seres ordinarios de aquella comunidad, en vista del escándalo despertado en torno a este
escritor por los seres influyentes, se interesaron considerablemente en aquél, comprando y
leyendo ávidamente no sólo éste su nuevo Evangelio, sino también todos los libros que había
escrito con anterioridad.
Por ello, como siempre sucede con estos seres tricentrados que habitan aquel peculiar planeta,
todos los demás intereses de los seres pertenecientes a la mencionada comunidad, cedieron
gradualmente su lugar a éste más reciente, pensando tan sólo en este escritor.
Y como siempre sucede también, mientras unos lo alabaron, elevándolo por los cielos, otros
lo condenaron, y el resultado de estos juicios exaltados y contradictorios fue que el número de
personas interesadas en él y su obra siguió en aumento, no sólo entre los seres de su misma
comunidad, sino también entre otros seres pertenecientes a otras colectividades.
Y tal ocurrió porque algunos de los seres influyentes de esta comunidad, por lo general con
los bolsillos repletos de dinero, prosiguieron todavía, a su vez, visitando otras comunidades
donde se jugaba a la «ruleta» y al «baccará», llevando hasta allí la polémica relativa a este
escritor y contagiando, de este modo, paulatinamente, su mismo desmesurado interés por el
asunto a los seres pertenecientes a otras comunidades.
En resumen, debido al extraño carácter de su psiquis, resultó entonces que poco a poco el
nombre de nuestro escritor se convirtió allí, incluso mucho tiempo después de haberse
olvidado su «Evangelio», en uno de los más conocidos en todas partes, entre los de los
escritores más «reputados».
En la actualidad, cualquier cosa que escribe es arrebatada por el público que la devora
ávidamente, tomándola por la verdad definitiva.
No hay, en la actualidad, quien no mire sus obras con la misma veneración con que los
antiguos Kalkianos escuchaban las predicciones de su sagrada «pitonisa».
Es interesante notar aquí que no sería posible encontrar actualmente una persona que no
conociese a este escritor y que no lo alabase como a un ser extraordinario.
Pero si preguntáramos a cualquiera de estos panegiristas cuáles son sus obras,
comprobaríamos —claro está que si se decidiesen a confesar la verdad— que en su gran
mayoría no han leído uno solo de sus libros.
No obstante, todo el mundo habla de él, lo discute y lo alaba, insistiendo en que se trata de un
ser con una «mente extraordinaria» y muy conocedora del psiquismo de los seres que habitan
el planeta Tierra.

FIN DEL LIBRO PRIMERO CAPITULO 12